Este show marcó el final de una era para el rock, ya que semanas después, el icónico líder de la banda, Lemmy Kilmister, falleció el 28 de diciembre de ese mismo año. A pesar de enfrentar problemas de salud, Lemmy mantuvo su característico espíritu indomable, bromeando sobre su "indestructibilidad". Este concierto es recordado no solo como el cierre de la gira del 40 aniversario de Motörhead, sino también como un legado imborrable para la historia del rock.